Hoy en día hablar de la educación de los hijos se ha convertido en un tema muy importante y controversial, no solo por la crisis que hemos venido experimentando por los cambios vertiginosos que tiene nuestra sociedad mencionaremos al uso de la tecnología y otros, sino también porque los padres no tienen tiempo para darse con sus hijos…últimamente tenemos a padres miedosos, deseosos de aceptación y ansiosos para obtener el diploma de honor como el “padre chévere”. Sería más cómodo para nosotros como progenitores tener un manual con instrucciones de cómo ser padres, pero esto es pura fantasía, nadie nos enseña a ser padres y en este proceso podemos cometer varios aciertos, como también muchas equivocaciones y es algo muy normal.
No es posible que un niño de 2 años y medio, apenas 95 centímetros, termine por su berrinche en un niño de 2 metros para poder ganar una galleta, un helado o ver un televisor. Los hijos ya saben cómo manejar a los padres y un hijo es desobediente cuando puede ser desobediente. Cuando un niño escucha un “no” es ¡no!, puede hacer berrinche unos 5 minutos … enseguida se seca las lágrimas que jamás le salieron, se tranquiliza y ejecuta el acto. Los hijos pueden actuar manipuladoramente cuando se les genera el espacio. Si usted le da el espacio de romper reglas, ¡lo hará! como por ejemplo darle su vehículo, sabiendo que no pueden conducir sin licencia y encima enseñarle los caminos trucos para llegar a su destino, le está enseñando a ser tramposo, y usted no puede ser contradictorio de sus mismas reglas. Tampoco el colegio es el responsable, usted tiene toda la autoridad de educar a sus hijos.
Ante el temor de lo arriba mencionado, me permite concluir que los padres modernos del siglo XXI carecen de certeza, convicción y firmeza y educan en base a opiniones, para caer simpáticos. Es que el terror ha cambiado, ahora el padre tiene terror a los niños “muy bien informados” sobre qué hacer y es más se dan el lujo de darles algunas sugerencias sobre su comportamiento como padres… recuerdo un caso de una madre que me decía “le dije que no la dejaría ir a la pijamada el fin de semana y me dijo que me denunciaría por ello” … ¿en qué planeta estamos? Si usted ya cedió ante este tipo de petitorios, déjeme decirle que no es su hijo el que tiene problemas, como tantos motivos de consulta que visitan en el consultorio, sino es usted que está más cerca de empezar sesiones de terapia.
Y esto produce muchas inconsistencias en el proceso de educar a los hijos, una tarea nada fácil y a largo plazo, ya que debe entenderse que la expresión de límites es una función netamente formativa para perfilar el comportamiento; actualmente todo lo que suena a disciplina es sinónimo de ser antiguos, de generar traumas, de ser malos.
Como parte de mi experiencia profesional, logré clasificar algunas inconsistencias más comunes entre los padres, las cuales mencionaré:
- Los padres tienen que ser amigos de los hijos. No confundamos, una cosa es que tengas confianza y entables una buena conversación con ellos, que no es algo nuevo en el deber de ser padres y otra muy diferente considerarlo tu amigo. Padre y amigo, están en diferentes niveles de relación. Yo como padre o madre siempre ejerceré respeto y autoridad sobre el comportamiento de mi hijo, algo que no haces con un amigo. No pretendamos caer en espejismos de quedar bien con los hijos o ante la sociedad como el “buen papá o mamá” y nos engañemos expresando “soy el mejor amigo de mi hijo”.
- Pedir opinión a mi hijo constantemente. Tanto así que cualquier reunión en casa, parece debate del congreso, donde todos opinan. Dígame usted ¿acaso tus hijos solucionarán los últimos problemas económicos que tiene con el banco? O preguntarle ¿qué deseas comer hoy?, claro, es que tu hijo te pedirá comer ensalada de verduras con puré de espinacas, ¡pues no! Hay decisiones en casa que los hijos no deben y no les conviene opinar, pues se come ensalada de verduras porque es saludable, así de simple. Claro está que a los hijos se les comunica las decisiones del hogar para que en función a ello se adapten a los nuevos cambios que podrían suscitarse.
Otro aspecto indiscutible dentro del hogar son las delegaciones de responsabilidades; usted no puede charlar con su hijo sobre el horario de arreglar su habitación o la hora de cultivar el jardín o las horas de llegada a casa o el planchado de la ropa o cuándo y por cuánto tiempo puede usar el teléfono o cuándo tiene que hacer las tareas o cuándo puede usar la computadora y para qué, etc. Entiéndase que otorgar responsabilidad a su hijo, le está enseñando primero que todos contribuyen al hogar; segundo, lo está preparando para su supervivencia, imagínese un adolescente que todavía la mamá le esté haciendo la cama … la responsabilidad es positiva, es un principio para sí mismo, es valorar el goce y el placer de hacer actividades para la vida y por lo tanto lo que prepara para la vida no puedes hacerlo con desagrado, y tercero involucra respeto sobre las órdenes que dieron los padres, por lo tanto, el hijo debe cumplir.
- Debo cuidar la autoestima de mi hijo y manifestarle siempre que es el mejor: No pueden crear hijos ególatras, narcisistas y encapsulados, reforzados por la idea que todo lo que hace está bien, aun sabiendo que el hijo en el concurso de matemáticas quedó en el último puesto o en el examen de oratoria su calificación fue una “C”. Decirle a tu hijo que “lo hiciste mal y puedes mejorar” no estarás cometiendo un crimen, muy al contrario, le estás mostrando una realidad del hecho y que en base a ello puede canalizar todas sus habilidades para mejorar. De lo contrario de donde adquiere la perseverancia, el empuje para saber que en la vida existen adversidades, el mundo no es color rosa, sino que tienen sus colores grises y el ser humano tiene toda la capacidad para salir de un problema siempre y cuando perciba que algo no está bien, no en base a una mentira de creerse que “todo lo hace bien”.
- No permitimos que los hijos se aburran. Nos hemos convertido en padres que entretenemos niños. Y esperamos el fin de semana para generar la famosa pregunta ¿a dónde vamos? Es que ahora los padres tenemos como una ley salir los fines de semana, caso contrario somos sancionados. Compartamos viendo una película, visitando a los abuelos, leyendo, haciendo un juego de mesa, haciendo manualidades, paseando a la mascota, etc. Y es que el aburrimiento es toda una fortaleza, ya que sirve para generar la creatividad. Como padres les conviene ver aburridos a sus hijos, de esta manera utilizan todos sus recursos y habilidades internas y renuncien a esa zona de comodidad para generar espacios de innovación y echen a volar su imaginación.
Los padres no son magos para dar soluciones, hay que preparar a los hijos para la vida y que asuman las consecuencias de sus actos. Hay que generar cultura y generación de hábitos y hobbies productivos. Y esto me lleva a recordar todo el marketing que nos venden los talleres/programas que ofrecen los negocios en vacaciones. Pues a tu hijo que tiene dos pies izquierdos lo matriculas en una academia de fútbol (curso que durará dos meses aproximadamente) y pretendas que sea el último astro de las canchas … ¡fatal error! Los padres deben ser muy observadores de las habilidades y destrezas que tienen sus hijos… no pretendamos que con un taller de dos meses pueda adquirir una habilidad. Sean sinceros y reconozcan que sus hijos como todos los seres humanos tienen sus fortalezas y debilidades. Mejor estaría matricular a tu hijo en una habilidad que sí posee, ya que en el tiempo previsto es más fácil que se desarrolle y sobre todo que disfruten con lo que están haciendo. Recuerde que, al disminuir la expectativa de una actividad que posiblemente fracasará, pueda generar ansiedad o sentirse frustrados por su menor desenvolvimiento.
- Tecnología, videojuegos, móviles: y aquí quiero mencionar a los celulares, computadoras, tablet y todo objeto electrónico que hace de su hijo un robot. Y es que a través de una máquina puedas expresar todas las “caricias tecnológicas” posibles. Resulta curioso ver a un niño que establezca una conversación y escriba “ja ja ja” pero no refleje ningún gesto facial corporal, por ende, una inexpresión de emociones. El régimen emocional tecnológico es sobre todo un régimen de intensidades emocionales, en el que importa la cantidad de emoción, por ejemplo: la generación de la cantidad de “me gustas” en una publicación que hasta podría condicionar su estado de ánimo ya que menor número de "me gustas", su respuesta inminente podría ser sentimientos de abatimiento, tristeza o buscar ansiosamente otra publicación en el cual pueda reivindicarte para generar sentimientos de bienestar y satisfacción, de esta manera influye en su propia identidad el cual está sujeta a lo que pueda mostrar a los demás y recibir aceptación.
Los videojuegos por su parte también forman parte de los diferentes estudios donde la violencia y las emociones actúan conjuntamente en el contexto afectando su capacidad de comunicación y construir relaciones interpersonales, por la imitación de conductas lo que en psicología llamamos aprendizaje vicario. El juego estructurado y la necesidad de ganar y obtener más puntos, acompañan sentimientos generadores de mucha ansiedad, por consiguiente, pueden cobrar las horas de sueño o focalizarme sólo en la actividad lúdica, desechando sus responsabilidades serían algunas de las consecuencias.
Los padres tampoco deben dejarse llevar por la “cultura del envase”, generar las compras desmesuradas sin importar disfrutar de la vida o crear la necesidad de poseer los últimos aparatos electrónicos, enseguida aparece la otra versión y seguir comprando. Los riesgos de esta pauta educativa es que en el futuro podrían repetir esta conducta (de lo desechable) en su vida, a no valorar las cosas, no las reparan “si no sirve se compra otro”.
Generando reflexión, me gustaría que se pregunten ¿Cuántas horas al día su hijo hace uso de aparatos tecnológicos? o ¿cuántos aparatos tecnológicos posee? Creo que la pregunta también estaría enfocada a usted, ¿verdad? Bueno, este será un tema que lo abordaré en otro artículo.
Y, por último, es propicio generar en sus hijos situaciones más trascendentales en su vida como aprender a pedir perdón, a decir gracias o hacer uso de la espiritualidad (sin fanatismos), direccionar su vida para sentirse bien consigo mismo, buen prospecto para la sociedad y sentirse sobre todo felices.
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