Las
organizaciones buscan sí o sí generar productividad, por ende, generar valor económico,
es como que el ser humano necesita de sangre para vivir, de lo contrario, la
vida se acabaría. Pero las organizaciones modernas no pueden reducirse
solamente a gráficos, curvas, números, sino que deben tener especial cuidado de sus
colaboradores, ya que éstos son los que ejecutan y dan valor a las acciones de
la empresa.
El profesor de
Centrum Católica, Marcelo Pimentel, manifiesta que las empresas cuentan con dos
elementos: los hard skills que son los conocimientos adquiridos y memorizados a
lo largo de años de trabajo y formación, mientras que los “soft skills” son las
capacidades que tienen las personas para relacionarse mejor y desenvolverse a
la perfección en su vida laboral, por ejemplo, las relaciones interpersonales,
los estilos de comunicación, motivación, satisfacción laboral, entre otros.
Ninguna de las dos es más importante, sino que la suma de ambas cumplen un rol
fundamental dentro de las empresas; no podemos tener colaboradores muy técnicos
sino están motivados con su labor o tener un colaborador por excelencia con
buena capacidad de persuasión sino tiene las capacidades técnicas para
desempeñarse como administrador.
Pimentel (2016),
manifiesta que recursos humanos deben ser muy minuciosos para identificar las
acciones que contribuyen en el individuo y que acciones tienen impacto
(económico) en las organizaciones, asegurarse que todos los factores sean
administrados para estar desarrollados profesionalmente como individualmente y que
exista equilibrio no solo en la parte económica sino también en la parte
afectiva.
Y es aquí, este
último punto donde indagaremos, la parte afectiva. Cuántas empresas invierten
en que sus colaboradores se sientan felices con lo que están haciendo, que al
salir de casa, el solo hecho de pensar en su trabajo, sea regocijante… que ese
taller u horas de capacitaciones, no solo sea parte de motivarlos
intrínsecamente sino también generen el valor afectivo, de conocerse más, de
saber que piensan, como es la dinámica de relacionarse, como manejan sus
conflictos; no pueden tomarse como desgaste de tiempo y de dinero, sino como
una actividad que me generará retorno de la inversión, o llamado por sus siglas
en inglés ROI ( Return On investment). Las empresas que aún siguen pensando que
invertir en taller es un egreso, déjeme decirles que esa empresa no tiene claro
de cómo administrar los planes y estrategias que permitan generar impacto
económico.
Y una de las
variables que las organizaciones deben hurgar es como hacer felices a sus
colaboradores, ya que es una forma de fidelizarlos, ahorrar tiempo y
potencializar sus habilidades para el bien de la empresa. El psicólogo Matt
Killingsworth, que investiga sobre el efecto
H (Happiness), el factor “felicidad”, manifiesta que tener un auto o una casa
son cosas que se esperan generen felicidad, pero no es así. Él manifiesta que “la felicidad tiene que ver con el contenido
de nuestras experiencias cotidianas”, con quien compartimos el almuerzo,
con que proveedor nos relacionamos más, hasta la forma de saludar de tu jefe,
la primera llamada telefónica, entre otros, son acciones que forman parte del día
a día. Otro buscador de happiness Shawn
Achor, indica que “el cerebro positivo es
31% más productivo si está positivo”, si experimenta emociones positivas y
por ende genera felicidad.
Entonces ¿Cómo genero el efecto H en mi
empresa?
La psicología
positiva, creada por el psicólogo Martin Seligman, es una teoría que se
aproxima a la generación de happiness, el cual se encarga de estudiar
científicamente las experiencias positivas, los rasgos individuales positivos, desarrollar
las fortalezas de las personas, además de establecer que el sentimiento de
felicidad o bienestar es bastante estable y se puede modificar por
circunstancias específicas. Según Seligman todas las fortalezas que se
practican puede desencadenar emociones positivas, promueven bienestar,
esperando resultados positivos en el futuro, a través del control de sus
acciones y confianza de sus habilidades o destrezas. Por ejemplo, empezar el
día recibiendo una llamada de reclamo, no es lo más gratificante, ¿verdad? y
peor aún si dejo que esto “me arruine el día”. Diferente es al recibir este
reclamo, tomarlo como parte de la labor y que más allá de maximizarlo es buscar
una solución, el pensar de esta manera no solo “no te arruinó el día” sino dio
apertura a la creatividad para solucionar un conflicto que mejore las
relaciones con el cliente y por ende la eficiencia y eficacia en el trabajo.
Otro aporte que
brinda Seligman, es que las organizaciones deben tratar de generar optimismo como efecto de happiness, por
lo que se relaciona con las expectativas y creencias de las personas que
ocurrirán cosas positivas en el futuro. Viendo el caso anterior, si la persona
que recibió la llamada se predispone a que ocurrirá algo malo “me arruinó el
día”, pues así será su sentir, pensar y actuar durante el día y podría
interferir en el clima laboral de la organización. Sumado a esto, el psicólogo Shawn Achor,
brinda un dato interesante, solo el 25% de la felicidad y el éxito tiene que
ver con el coeficiente intelectual, el otro 75% se puede predecirse por los
niveles de optimismo, apoyo social y por percibir la presión como reto en vez
de amenaza. Entonces las ventajas de felicidad son muchas y desde el punto de
vista biológico, están dadas por la cantidad de dopamina que irriga el cerebro cuando
somos positivos, porque también activa los centros de aprendizaje, permitiendo
adaptarte al mundo de una manera diferente, con creatividad e inteligencia.
Otra
forma de generar happiness, es estar presente en cada momento como
lo manifiesta Matt Killingsworth. En su reciente investigación Matt creó una aplicación
“Track your happiness” (Rastrea tu felicidad). Dentro de los resultados, encontró que un 47% de personas están
pensando en algo distinto de lo que están haciendo, usted probablemente
esté leyendo esté artículo, pero también esté pensando qué almorzará hoy o cómo
llevará a su hijo al colegio, entre otras actividades. En conclusión, todas las
acciones están acompañadas de divagación de la mente, el cual se traduce como
no concentrarse en el aquí y ahora y por lo tanto causa infelicidad, ya que las
personas se quedan pegadas en las preocupaciones, no permitiéndose disfrutar
del momento y de la actividad que está realizando. Imagine usted que está
conduciendo y hay mucho tráfico, pero en vez de pensar en lo estresante que es
el tráfico por qué no pensar en la satisfacción que tendré al llegar al lugar
de destino (casa, trabajo). Otros serían mis sentimientos y la incomodidad del
tráfico estaría eliminada. Es más, concentrarse en el aquí y ahora, te ayudaría
a descubrir y diferenciar que actividades son las que da más satisfacción. A veces
actuamos como autómatas.
Por
otro lado, el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, nos dice que no solo basta
estar en el presente para tener felicidad, sino que debemos dar importancia y
atención a los estados de fluidez, los cuales hacen alusión a los momentos excepcionales
que experimentamos en la vida. La
metáfora "fluir" es la que muchas personas han utilizado para
describir la sensación de acción sin
esfuerzo que sienten en momentos que sobresalen como los mejores momentos de
su vida. El fluir tiende a suceder cuando una persona tiene por delante una
serie clara de metas que exigen respuestas apropiadas y retroalimentación.
Cuando
una persona está en estado de fluidez, en la conciencia no queda espacio para
pensamientos que distraigan ni para sentimientos irrelevantes, y éstas
experiencias sirven como imán para aprender, para desarrollar nuevos desafíos. Por
el contrario, si solo hacemos cosas deprimentes, es improbable que acabemos viviendo
una vida muy feliz. Pero cuando a una persona le gusta lo que hace y está
motivada para hacerlo, centrar la mente se convierte en una actividad sin esfuerzo,
aun cuando sean grandes las dificultades objetivas. Por ejemplo, si la
secretaría disfruta de redactar oficios, organizar la oficina y gestionar los
proyectos, será mucho más productiva que una secretaria que ve estas
actividades como pesadas o solo lo hacen por una condición monetaria.
Las
emociones positivas como la felicidad, la fuerza o la actitud alerta son estados
de "negentropía psíquica", porque la energía psíquica puede fluir
libremente hacia cualquier pensamiento o tarea en que decidamos ponerla. Cuanto
más se parezca a una actividad de flujo, más implicados estaremos y más
positiva será la experiencia.
Para finalizar, la calidad de vida no
depende sólo de la felicidad, sino también de lo que uno hace para ser feliz. Si
muchas personas no tienen idea de cuáles son los componentes de su propia vida
de los que realmente disfrutan, es momento de ponerse a pensar.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Achor, S. (mayo de 2011). El
feliz secreto para trabajar mejor {Archivo de video}. Recuperado de https://www.ted.com/talks/shawn_achor_the_happy_secret_to_better_work?language=es#t-715936
Csikszentmihalyi, M. (1998). Aprender a fluir. Barcelona:
Editorial Kairós.
Contreras, F. y Esguerra, G.
(2006). Psicología positiva: una nueva perspectiva en psicología. Diversitas: Perspectivas en Psicología,
2(2), pp.311-pp-319.
Killingsworth, M. (noviembre del
2011). ¿Quieres ser más feliz? Permanece
en el momento {archivo de video}. Recuperado de https://www.ted.com/talks/matt_killingsworth_want_to_be_happier_stay_in_the_moment?language=es#t-590449
Pimentel, M. (09 de junio de
2016). ¿La Felicidad Individual Aporta a las Empresas? - CENTRUM TV {archivo de
video}. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=xeTBZv5MtwA
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